LOS NUEVOS CIELOS Y LA NUEVA TIERRA

¿QUÉ ES EL CIELO? ¿ES UN LUGAR? ¿CÓMO SERÁ RENOVADA LA TIERRA? ¿QUÉ SERÁ VIVIR EN LOS NUEVOS CIELOS Y LA NUEVA TIERRA?

EXPLICACIÓN Y BASES BÍBLICAS

A. VIVIREMOS ETERNAMENTE CON DIOS EN UNOS NUEVOS CIELOS Y UNA NUEVA TIERRA

Tras el juicio final, los creyentes entrarán al pleno gozo de la vida en la presencia de Dios para siempre. Jesús nos dirá: «Vengan ustedes, a quienes mi Padre ha bendecido; reciban su herencia, el reino preparado para ustedes desde la creación del mundo» (Mt 25:34). Entraremos a un reino donde «ya no habrá maldición. El trono de Dios y del Cordero estará en la ciudad. Sus siervos lo adorarán» (Ap 22: 3).
Al referirse a este lugar, los cristianos frecuentemente hablan de vivir con Dios «en el cielo» para siempre. Pero de hecho la enseñanza bíblica es mucho más rica que esto: nos dice que habrá nuevos cielos y una nueva tierra una creación enteramente renovada y viviremos con Dios allí.
El Señor promete a través de Isaías: «Presten atención, que estoy por crear un cielo nuevo y una tierra nueva. No volverán a mencionarse las cosas pasadas» (Is 65: 17), y habla de «el cielo nuevo y la nueva tierra que yo haré» (Is 66: 22). Pedro dice: «Según su promesa, esperamos un cielo nuev0'y una tierra nueva, en los que habite la justicia» (2ª P 3: 13).
En la visión de Juan de los eventos que siguen el juicio final, él dice: «Después vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra habían dejado de existir» (Ap 21: 1). Continúa para decirnos que también habrá un nuevo tipo de unificación del cielo y la tierra, pues ve la ciudad santa, la (nueva Jerusalén, que bajaba del cielo, procedente de Dios (Ap 21: 2), y escucha una voz que proclama:
«Aquí, entre los seres humanos, está la morada de Dios! El acampará en medio de ellos, y ellos serán su pueblo; Dios mismo estará con ellos, y será su Dios!» (v. 3). De manera que habrá una unión del cielo y la tierra en esta nueva creación, y allí viviremos con Dios.
1. ¿QUÉ ES EL CIELO?
Durante esta era presente, al lugar donde habita Dios se le llama frecuentemente «cielo» en la Escritura. El Señor dice: «El cielo es mi trono» (Is 66: 1), y Jesús nos enseña a orar: «Padre nuestro que estás en el cielo (Mt 6:9). Jesús ahora «subió el cielo, y tomó su lugar a la diestra de Dios» (1ª P 3: 22). De hecho, el cielo debe definirse como sigue: El cielo es el lugar donde Dios da a conocer más plenamente su presencia para bendecir.
Discutimos antes cómo Dios está presente en todas partes] pero cómo manifiesta especialmente su presencia para bendecir en ciertos lugares. La manifestación más esplendorosa de la presencia de Dios se percibe en el cielo, donde da a conocer su gloria, y donde los ángeles, otras criaturas celestiales y los santos redimidos lo adoran.
2. EL CIELO ES UN LUGAR, NO UN ESTADO MENTAL.
Pero puede que alguien se pregunte cómo se une a la tierra. Está claro que la tierra es un sitio que existe en el espacio- tiempo de nuestro universo, ¿pero puede pensarse el cielo como un sitio que se une a la tierra?
Fuera del mundo evangélico la idea del cielo como un sitio se niega a menudo, principalmente porque su existencia solo se puede conocer por el testimonio de la Escritura. Recientemente incluso algunos eruditos evangélicos han vacilado a la hora de confirmar el hecho que el cielo es un sitio.'
¿Puede ser un motivo para no creer que el cielo es un sitio real el hecho de que solo conocemos sobre el cielo por la Biblia, 'J no podemos dar ninguna prueba empírica de él?
El Nuevo Testamento enseña que el cielo es un lugar de varias diferentes maneras y con mucha claridad. Cuando Jesús fue llevado al cielo, el hecho de que iba a un sitio parece ser todo el objetivo de la narración, y el propósito que Jesús intentó que sus discípulos comprendieran mientras ascendía gradualmente en tanto les hablaba: «Mientras ellos lo miraban, fue llevado a las alturas hasta que una nube lo ocultó de su vista» (Hch 1; 9; Lc 24: 51: «Mientras los bendecía, se alejó de ellos»).
Los ángeles exclamaron: «Este mismo Jesús, que ha sido llevado de entre ustedes al cielo, vendrá otra vez de la misma manera que lo han visto irse» (Hch 1: 11). Es difícil imaginar cómo se podría enseñar con más claridad el hecho de la ascensión a un sitio.
Una conclusión similar puede deducirse de la historia de la muerte de Esteban justo antes que lo apedrearan, él, «lleno del Espíritu Santo, fijó la mirada en el cielo y vio la gloria de Dios, y a Jesús de pie a la derecha de Dios. ¡Veo el cielo abierto exclamó-, y al Hijo del hombre de pie a la derecha de Dios!» (Hch 7: 55-56).
Él novio meros símbolos de un estado de existencia. Parece más bien que sus ojos se abrieron para divisar una dimensión de la realidad que Dios nos ha ocultado en la era presente, una dimensión que sin embargo sí existe en el espacio/tiempo de nuestro universo, y dentro de la cual Jesús vive ahora en su cuerpo resucitado, esperando incluso ahora el momento cuando regresará a la tierra.
Por otro lado, el hecho de que tendremos cuerpos resucitados como el cuerpo resucitado de Cristo indica que el cielo será un sitio, pues esos cuerpos resucitados (hechos perfectos, para nunca volverse débiles o morir otra vez),' habitarán en un lugar específico en un momento específico, justo como lo hace Jesús ahora en su cuerpo resucitado.
El concepto del cielo como un sitio es también el sentido más simple en que se puede entenderla promesa de Jesús: «Vaya prepararles un lugar» Jn 14:2). Él habla con mucha claridad de regresar al Padre desde su existencia en este mundo, y entonces volver de nuevo: «y si me voy y se lo preparo, vendré para llevármelos conmigo.
Así ustedes estarán donde yo esté Jn 14:3).
Estos textos nos llevan a concluir que incluso ahora el cielo es un sitio, aunque su ubicación nos es ahora desconocida y su existencia nuestros sentidos naturales no pueden percibir ahora. Es este sitio donde habita Dios el que de alguna forma será renovado en el momento del juicio final y se unirá a una tierra renovada.
NOTA: MilIard Erikson, Christian Theology, dice: A pesar de que el cielo es tanto un lugar como un estado, es en primer lugar un estado" (p. 1232). Una Afirmación que es dificil de comprender. Algo es un lugar o no 10 es; no es algo como un lugar sino "principalmente un estado". Aun más enérgico es Donald Guthrie, quien dice del Nuevo Testamento:
«No debemos esperar, sin embargo, hallar la descripción de un lugar, tanto como la presencia de una persona», (New Testament Theology, p. 875) Y Pablo no piensa en el cielo como un lugar, sino piensa en él en términos de la presencia
De Dios» (New Testament Theology, p. 880). ¿Pero tiene sentido esa distinción' Si una persona está presente, entonces por definición existe un lugar. Porque estar «presente) sit,'l1ifica estar «situado en este lugar).
3. LA CREACIÓN FISICA SERÁ RENOVADA Y SEGUIREMOS EXISTIENDO Y ACTUANDO EN ELLA.
Además de un cielo renovado, Dios hará una «nueva tierra» (2ª P 3: 13; Ap 21: 1). Varios pasajes indican que la creación fisica será renovada de una forma significativa. «La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así los dispuso.
Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios» (Ro 8: 19-21).
Pero ¿será la tierra solo renovada, o será completamente destruida y reemplazada por otra tierra nueva creada por Dios? Algunos pasajes parecen hablar de una creación enteramente nueva: El autor de Hebreos (citando el Salmo 102) nos dice de los cielos y la tierra: «Ellos perecerán, pero tú permaneces para siempre. Todos ellos se desgastarán como un vestido. Los doblarás como un manto, y los cambiarán como ropa que se muda» (Heb 1: 11-12). Después nos dice que Dios ha prometido:
«Aún una vez, y conmoveré no solamente la tierra, sino también el cielo», una sacudida tan severa como para implicar «la remoción de las cosas visibles para que no puedan ser removidas» (Heb 12: 26-27). Pedro dice: «Pero el día del Señor vendrá como un ladrón. En aquel día los cielos desaparecerán con un estruendo espantoso, los elementos serán destruidos por el fuego, y la tierra, con todo lo que hay en ella, será quemada» (2 P 3: 10).
Una descripción similar se encuentra en Apocalipsis, donde Juan dice: «y vi un gran trono blanco... de delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar se encontró para ellos» (Ap 20: 11). Por otro lado, Juan dice: «Después vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra habían dejado de existir, lo mismo que el mar» (Ap 21: 1).
Dentro del mundo protestante, ha habido desacuerdo sobre si la tierra será destruida completamente y reemplazada, o solo cambiada y renovada. Berkhof dice que eruditos luteranos han hecho énfasis sobre el hecho que será una creación enteramente nueva, mientras eruditos reformados han tendido a enfatizar aquellos versículos que dicen simplemente que la presente creación será renovada.
La posición reformada parece preferible aquí, pues es dificil pensar que Dios aniquilaría completamente su creación original, dándole así aparentemente al diablo la última palabra y convirtiendo en chatarra la creación que originalmente era (muy buena) (Gen 1: 31).

Los pasajes anteriores que hablan de sacudir y remover la tierra y la primera tierra que deja de existir puede que se refiera a su existencia en la forma presente, no propiamente a su existencia en sí misma, y aun 2ª P 3: 10, que habla de los elementos que se disuelven y de la tierra y lo que hay en ella que se quema, puede que no se refiera a la tierra como un planeta sino más bien a las cosas de la superficie de la tierra, ( esto es, a gran parte del terreno y las cosas sobre el terreno).