NUESTROS CUERPOS RESUCITADOS SERAN PARTE DE LA CREACIÓN RENOVADA.

En los nuevos cielos y la nueva tierra habrá actividades y un lugar para nuestros cuerpos resucitados, que nunca envejecerán ni se debilitarán o enfermaran. 
Una solida consideración a favor de este punto de vista es el hecho que Dios hizo (muy bueno) (Gen 1: 31) la creación física original. Por consiguiente no hay nada intrínsecamente pecador o malo o (no espiritual) en el mundo físico que hizo Dios o en las criaturas que puso en él, o en los cuerpos físicos que nos dio en la creación.
Aunque el pecado ha desfigurado y distorsionado todas estas cosas, Dios no destruirá completamente el mundo físico (lo que sería un reconocimiento de que el pecado ha frustrado y derrotado los propósitos de Dios), sino más perfeccionara el mundo entero y lo pondrá en armonía con los propósitos para los cuales originalmente lo creó.
Por lo tanto podemos esperar que allí, en los nuevos cielos y la nueva tierra exista un mundo completamente perfecto, que sea otra vez (muy bueno). Y podemos esperar que tengamos cuerpos físicos que de nuevo serán (muy buenos) a la vista de Dios, y que funcionaran para que se cumplan los propósitos para los cuales El coloco al hombre sobre la tierra.
Cuando el autor de hebreos dice que (todavía) no vemos que todo este sujeto al hombre (Heb 2: 8), implica que todas las cosas estarán un dia sujetas a nosotros bajo el reinado del hombre Cristo Jesús (note v 9) ( Sin embargo, vemos a Jesús coronado de gloria y honra). Esto implicará le plan original de Dios de que todo en el mundo este sujeto a los seres humanos que Él ha hecho. En este sentido, entonces, nosotros (heredaremos la tierra) (Mt 5: 5) y reinaremos sobre ella como Dios originalmente quiso.
Por esa razón, no debe asaltarnos la sorpresa al encontrar que algunas de las descripciones de la vida en el cielo incluyan aspectos que son parte en gran medida de la creación física o material que Dios ha hecho. Comeremos y beberemos en la (cena de las bodas del cordero) (Ap 22: 1). El árbol de la vida producirá (doce cosechas al año).
No hay un motivo solido para decir que estas expresiones son los banquetes meramente simbólicas, sin ninguna referencia literal, ¿Son los banquetes simbólicos y los vinos simbólicos y los arboles simbólicos de algún modo superiores a los banquetes reales y al vino real y a los ríos reales y a los arboles reales del plan eterno d Dios?. Estas cosas son solo algunos de los aspectos excelentes de la perfección y última bondad de la creación fisica que Dios ha hecho.
Por supuesto, hay descripciones simbólicas en el libro de Apocalipsis, y es inevitable que en algunos puntos no Seamos capaces de decidir si algo debe ser tomado simbólicamente o literalmente. Pero no parece dificil pensar que la descripción de la ciudad celestial con puertas y muros y cimientos es una descripción de algo que es literal y real, «la ciudad santa, Jerusalén, que bajaba del cielo, procedente de Dios. Resplandecía con la gloria de Dios, y su brillo era como el de una piedra preciosa» (Ap 21: 10-11).
«La calle principal de la ciudad era de oro puro, como cristal transparente los reyes de la tierra le entregarán sus espléndidas riquezas. Sus puertas estarán abiertas todo el día, pues allí no habrá noche. y llevarán a ella todas las riquezas y el honor de las naciones» (Ap 21: 21-26).
Mientras que posiblemente alberguemos cierta incertidumbre sobre la comprensión de ciertos detalles, no parece inconsistente con esta descripción decir que comeremos y beberemos en los nuevos cielos y la nueva tierra, y que llevaremos a cabo también otras actividades. La música es ciertamente algo que resalta en las descripciones del cielo en Apocalipsis, y podemos imaginar que se realizarán actividades tanto musicales como artísticas para la gloria de Dios.
Quizás la gente trabajará en toda una variedad de investigaciones y desarrollo de la creación por medios tecnológicos, de invención y creativos, mostrando así toda la dimensión de su excelente creación a la imagen de Dios.

Por otro lado, como Dios es infinito y su «grandeza es insondable (Sal 145: 3), y como somos criaturas finitas que nunca igualaremos el conocimiento de Dios o seremos omniscientes,' podemos esperar que por toda la eternidad podremos seguir aprendiendo más sobre Dios y sobre su relación con la creación. De esta manera continuaremos el proceso de aprendizaje que se inició en esta vida, en la que vivir «de manera digna del Señor» conlleva «crecer en el conocimiento de Dios» continuamente (Col 1: 10).